​Los proyectos para compensar las emisiones no funcionan

2 octubre 2023
Construcció de fusta
Construcció amb fusta gestionada de manera sostenible
26/09/2023
Un estudio muestra que la gestión forestal protege los bosques de las sequías
10/10/2023

El avance sin aturador del cambio climático obliga en países y empresas a disminuir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. El objetivo final es llegar a la neutralidad climática en 2050. Para hacerlo, la estrategia más lógica es reducir primero el máximo de emisiones propias y, en caso de no poderlas eliminar totalmente, compensar el resto con proyectos que fijen carbono de manera permanente.

Este mercado de emisiones está plenamente consolidado y a menudo ha generado críticas para ser poco efectivo y favorecer estrategias de greenwashing. Ahora, una investigación internacional de The Guardian y Corporate Accountability concluye que los macroproyectos de compensación de emisiones no funcionan. El análisis de las 50 principales iniciativas en este ámbito en todo el mundo muestra que el 78% se calificaron de “probablemente inútiles” por errores que cuestionan que sirvan realmente para recortar emisiones.

"También en Cataluña destaca el proyecto para favorecer la gestión forestal. Los créditos de carbono sirven para financiar trabajos que disminuyan la biomasa para reducir el agua que secuestran"

Primero reducir, después compensar


La compensación tendría que ser siempre el último paso. Un gobierno o una empresa, después de un ambicioso plan de contabilizar las emisiones, tendría que ejecutar un progresivo plan de reducción. Y, cuando ya no fuera posible eliminar menos, sería cuando tendría que optar por la compensación invirtiendo en proyectos que fijaran la cantidad de dióxido de carbono equivalente para llegar a la neutralidad.

“Estamos constatando una tendencia peligrosa donde la compensación ha pasado a ser la primera opción”, explica el ambientólogo Jordi Oliver Solà, “Es un atajo peligroso. La compensación es un instrumento imprescindible, pero que se está utilizando mal”, añade el también CEO de inédito, consultora especializada en economía circular y descarbonización.

De hecho, es una estrategia que contempla la comunidad científica internacional para cumplir el Acuerdo de París. Pero en un contexto donde las tecnologías para capturar carbono a gran escala continúan siendo muy inmaduras, los proyectos actuales -básicamente de reforestación en países del sur global- no pueden asumir las cantidades de emisiones que pretenden compensar multinacionales.

El ambientólogo y divulgador Andreu Escrivà es una de las voces más críticas como se aplica la compensación. “La neutralidad climática es una trampa para la descarbonización real”, explica en el libro Contra la sostenibilidad. “Hay empresas que lo anuncian, pero que en un momento crítico como el actual continúan aumentando emisiones”, denuncia a Nación.

Más del 75% de proyectos son “probablemente inútiles”


La investigación del diario inglés The Guardian y de Corporate Accountability, un organismo de control empresarial transnacional sin ánimo de lucro, se centraron en los 50 proyectos que vendieron más créditos de carbono (cada crédito sirve para compensar una cantidad de emisiones reales).

Buena parte de los proyectos son de reforestación, pero también, presas hidroeléctricas, parques solares y eólicos, eliminación de residuos y programas de electrodomésticos más sostenibles.
 

39 de los 50 proyectos (78%) que han recibido 1.160 millones de dólares se calificaron de “probablemente inútiles” para tener uno o varios errores fundamentales en el diseño como no reducir emisiones, contener afirmaciones exageradas, cálculos de partida erróneos o no ser permanentes, entre otras.
8 proyectos (16%), que han recibido 400 millones de dólares, se califican de “potencialmente inútiles” por la posibilidad de tener un error en el diseño.
3 proyectos (6%) no se pudo determinar su eficacia por la carencia de información pública e independiente.


Estos proyectos representan casi un tercio de todo el mercado voluntario de carbono mundial, hecho que, según la investigación, “sugiere que los créditos de carbono chatarra que exageran los beneficios de reducción de emisiones podrían ser la norma”. “Los resultados no me han sorprendido. Son proyectos más pensados en el marketing que en la sostenibilidad”, concluye Jordi Oliver Solà.

La investigación de The Guardian y de Corporate Accountability es coherente con otros estudios previos, como el de la Universidad de Cambridge publicado este verano en la prestigiosa revista Science. En este caso, se centró en proyectos de reforestación del Programa de las Naciones Unidas de Reducción de las Emisiones por Deforestació (REDD+). El análisis determinó que solo el 6% de los créditos de carbono fueron realmente útiles para compensar emisiones.

El ejemplo extremo: una reforestación que provoca un gran incendio


Uno de los mejores ejemplos de la carencia de sentido de muchos de estos proyectos se pudo vivir el verano 2022 en el Aragón. La empresa neerlandesa Land Life -que gestiona proyectos de compensación de multinacionales- hacía los trabajos previos para reforestar unas 200 hectáreas en el municipio de Bubierca, en plena ola de calor.

Una máquina provocó el inicio de un gravísimo incendio que acabó quemando unas 14.000 hectáreas, provocando graves consecuencias ambientales y un balance de carbono ampliamente negativo. 

Se da la circunstancia que la empresa asegura haber plantado casi 3 millones de árboles y haber restaurado unas 3.000 hectáreas, especialmente a la península Ibérica, los EE. UU., México y países de la África.
 

Otra compensación es posible?

Ahora bien, si los grandes proyectos no consiguen realmente reducir emisiones y son una estrategia de greenwashing, que se tiene que hacer con la compensación? En primer lugar, hace falta realmente haber hecho todas las transformaciones productivas para disminuir el impacto, mientras que el resto se puede cubrir con iniciativas locales que realmente tengan un efecto positivo.

Un buen ejemplo son los proyectos gestionados por Azolla Projects para compensar emisiones a partir de favorecer la transición hacia la agricultura regenerativa. No solo se apuesta para fijar carbono sino por una producción de alimentos más sostenible. Es la estrategia denominada beyond carbon (más allá del carbono) y que incluye en la ecuación elementos como la biodiversidad, la huella hídrica o fijar población en el territorio, explica Orson Acosta, responsable de la empresa.

También en Cataluña destaca el proyecto para favorecer la gestión forestal a la cuenca de la Muga. Los créditos de carbono sirven para financiar trabajos que disminuyan la biomasa para reducir el agua que secuestran. El objetivo, además de rebajar el riesgo de incendios y favorecer la biodiversidad, es compensar el agua que dejaría de estar disponible al embalse de Darnius-Boadella por el abandono de los bosques y el cambio climático.