Afectación en el norte de Cataluña y cambio climático
El impacto territorial es muy superior en la mitad norte de Cataluña. “Son bosques que cuando se empezaron a desarrollar hace 50-60 años tenían condiciones muy diferentes”, explica Anna Sanitjas, directora general de Ecosistemas Forestales del Departamento de Acción Climática.
En este sentido, muchas de los montes son una fotografía de un clima que ya ha cambiado. “Hay especies como la encina y el pino rojo que sufren mucho, puesto que necesitan más agua y temperaturas más bajas. En cambio, otros como el pino carrasco están mucho más preparadas a este tipo de condiciones”, añade.
La comarca con más nueva superficie afectada el 2022 fue el Pallars Sobirà, con más de 2.600 hectáreas. Es el doble que la segunda y la tercera, Osona (1.300 ha) y el Berguedà (1.200 ha).
Aun así, si nos fijamos en la afectación de los dos años también aparecen la Noguera –la comarca con más superficie: casi: 5.000 hectáreas- y el Pallars Jussà, en cuarta posición (3.558 ha). Otras zonas, como el Vallès Oriental, el Solsonès o el Bages resistieron relativamente bien el 2021, pero ya sufrieron mucho más el año pasado.
Por especies, los árboles de hoja caduca como robles, encinas o haya registran mucha más afectación –más de 21.000 ha- que las coníferas, es decir, pinos y abetos, con casi 6.000. En este último caso, aun así, los efectos acaban llegando con meses o años de retraso –este año se está constatando un impacto mayor-.
Además, los pinos tienen una respuesta menos elástica: cuando pasan de verde a marrón es que el árbol ya ha muerto, mientras que encinas y robles tienen más margen y, después del decaimiento, pueden rebrotar si las condiciones son favorables.