En general, cuando los árboles mueren por sequías extremas se debe a que el agua no puede circular bien dentro del tronco porque sus cañerías (denominadas xilema) pierden fuerza o quedan taponades, un proceso llamado “fracaso hidráulico”.
La ciencia conoce parámetros fisiológicos que nos indican si una especie o un árbol están más o menos protegidos ante este fracaso hidráulico, uno de los más relevantes es el “margen de seguridad hidráulica”, el margen entre la cantidad de agua que el árbol puede movilizar cuando hay sequía y la cantidad mínima de agua que necesita para sobrevivir.
Como los camellos, hay árboles que tienen un gran margen y pueden soportar la falta de agua porque lo almacenamos y necesitan poca para vivir. No obstante, hay otros que no están adaptados a estas condiciones, cosa que los hace muy vulnerables a la sequía. Si conociéramos estos datos por todas las especies vegetales del mundo podíamos hacer predicciones cuidadosas, aun así, solo se tienen datos de este parámetro del 1,5% de todas las especies vegetales del mundo.
Así pues, los datos fisiológicos como esta son claves para comprender qué bosques tienen más riesgo de sufrir fallos hidráulicos y morir por sequía, pero son datos con limitaciones que ahora incluidas dentro de este nuevo modelo dan información muy útil a nivel más general. “Este estudio presenta por primera vez una caracterización global del riesgo de mortalidad de los bosques, pero todavía queda mucho trabajo a hacer y las predicciones propuestas en este artículo su un primer paso que tendrá que ser complementado y mejorado en el futuro próximo”, concluye Pablo Sánchez.