La prolongada sequía está llevando la vegetación de los bosques catalanes en un estado de alerta por mortalidad. El Moianès, Osona y el Bages son las tres comarcas más afectadas en Cataluña por un incremento del decaimiento de la masa forestal. Se calcula que 1 de cada 10 árboles en estas zonas estaría afectado de manera grave por estrés hídrico, según datos del Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat de Cataluña.
El mes de febrero de este año batió el récord con la vegetación más seca que nunca. Entre las especies más afectadas por la falta de agua hay la encina, el pino carrasco, los matorrales o el pino rojo. Este último como el más afectado, en situación sanitaria grave por filtración de patógenos que matan al árbol y con buena parte de las copas de los pinos de color marrón, por la falta de agua y el aumento de temperaturas, que hacen que no se den las condiciones climatológicas idóneas para su supervivencia. “El 62% de los árboles en 2023 sufrieron defoliación grave, un aumento considerable respeto el 2020”, concreta Anna Sanitjas.
Como respuesta, desde CREAF se está realizando un estudio llamado Deboscat, que analiza el impacto de la sequía y el cambio climático sobre el comportamiento de los árboles.
Se hace un muestreo y se valora cuál es el estado de salud del bosque: donde se está dando el fenómeno de decaimiento forestal, defoliación y decoloración.