Cataluña aprovecha menos de un 25% de la superficie boscosa

21 noviembre 2022
Comenta necesidades y expectativavs sobre la norma de certificación
14/11/2022
Madera de conflicto: Rusia y Bielorrusia
19/12/2022

Solo un 18% de la madera que se usa en Cataluña procede de los bosques del territorio. Podría ser mucho más teniendo en cuenta que cada año se ganan tres millones de toneladas anuales de masa forestal combustible, de que solo se aprovecha una, según señala Francesc Cano, director adjunto de Transferencia del Centro de Ciencia y Tecnología. Todavía más. Anualmente la masa boscosa en Cataluña crece en superficie como toda la comarca del Barcelonès y, según Cano, después de los países nórdicos y Austria, Cataluña es la zona con un porcentaje de superficie poblada de árboles boscosa más grande. Son 1.332.000 hectáreas de bosque, cosa que supone un 42% de todo territorio catalán.

A pesar de estos datos, el bosque está claramente desaprovechado. “No llega a un 25% la superficie que se aprovecha”, afirma Cano. Se estima que, de las 1.300.000 hectáreas pobladas de árboles, unas 850.000 serían aprovechables; el resto, ya sea porque están situadas en pendientes o zonas protegidas, no. “Cataluña tiene mucho de margen de mejora. La media europea del volumen aprovechado respecto al crecimiento del bosque es de un 65%, mientras que Cataluña está sobre un 25%”, dice Cano. Es la gran paradoja forestal. El bosque crece y crece, pero gran parte de su materia prima continúa aquí.

Hace unos días, las empresas vendedoras de leña alertaban que se estaban quedando sin stock para atender la gran demanda de este combustible no fósil que este año se ha disparado con el elevado precio de la energía y la guerra en Ucrania. El pánico de pasar frío en invierno disparó ventas en plena canícula.

"Podría ser mucho más teniendo en cuenta que cada año se ganan tres millones de toneladas anuales de masa forestal combustible."

Las causas que explican esta gran paradoja forestal son muchas y variadas: la falta de personal, la dureza de un oficio poco remunerado, la escasa mecanización, el abandono durante años de la gestión silvícola por la escasa rentabilidad económica, la burocracia, el bajo precio que percibe el propietario forestal por la materia prima o aquello que el sector califica de “criminalización” por parte de algunos colectivos de todos los que talan árboles...

El presidente del Consorcio Forestal de Cataluña, Rosendo Castelló, sostiene que actualmente hay bastante demanda para aumentar entre un 20% y un 30% la mano de obra del primer eslabón de la cadena forestal, los que extraen la materia prima.

De los 31.000 trabajadores que el 2021 trabajaban en este sector, unos 2.000 son a primera línea. Configuran este grupo las polivalentes cuadrillas de operarios que trabajan el bosque, ya sea extrayendo leña, cortando árboles, destapando alcornoques o llevando a cabo limpiezas forestales y los transportistas del sector forestal. Un oficio poco agradecido, físicamente muy duro y en general, mal pagado. “El bosque tiene unos graves déficits de sueldos dignos”, explica Castelló, que pide “de dignificar el trabajo forestal”. En algunos casos se pagan 7 u 8 euros por hora, en jornadas diarias que se alargan hasta las 10 horas. Se trata de un trabajo que requiere personal joven y en buenas condiciones físicas. Del mismo modo que pasa con otros oficios del sector primario, como el de pescador, se nutre principalmente de trabajadores de origen extranjero.

El propietario Jaume Borrós, que hace trabajos forestales en la comarca del Bages y zonas limítrofes desde hace más de veinte años, ha conseguido una cuadrilla estable de ocho trabajadores, a pesar de que no es el habitual. “Es una ocupación que se hace en condiciones meteorológicas muy adversas; de forma que muchos pasan solo una temporada; ha habido huida de trabajadores hacia la construcción o la fábrica, puestos de trabajo menos duros”, afirma.

Además de la falta de personal, el sector se queja también de la falta de infraestructuras y el uso, en general, de una maquinaria obsoleta. Castelló explica que el abandono de la gestión silvícola en Cataluña los últimos cincuenta años ha borrado del mapa caminos de acceso al bosque y ha dejado “sistemas de trabajo arcaicos”. Francesc Cano hace una comparación muy gráfica que permite entender perfectamente el tipo de maquinaria empleada: “Con esta maquinaria tan vetusta es como si estuviéramos ordeñando las vacas a mano, además de la mitad de la superficie catalana, la mecanización podría ser más óptima, cosa que no pasa”.

Otro factor que denuncia el sector son las trabas administrativas. “Hace años que el bosque se ha percibido como una cosa intocable y esto es erróneo, su conservación pasa por la gestión”, subraya Castelló. Explica que “han salido normativas que se están intentando cambiar, que en actuaciones de más de 10 hectáreas hay que hacer una evaluación de impacto ambiental; de marzo en agosto, coincidiendo con la nidificación de ciertos pájaros, algunas empresas tienen que parar, sin ayudas”. “Si quieres abrir un camino que ha quedado emboscado por el paso del tiempo para acceder a un encinar que se explota cada 25 años, también todo son trabas”, añade. “Cada vez se necesita más papeleo y hay más activaciones del plan Alfa por riesgo de incendios, que nos impide trabajar más días en el año”, añade Borroso.

Como que es un trabajo mal pagado, es lógico que los propietarios de los bosques (un 75% son de titularidad privada) no quisieran explotar los recursos, puesto que apenas sacaban rendimiento. “Pero ahora que empieza a ser un poco rentable no hay ni maquinaria, ni trabajadores, ni caminos...” dice Castelló.

“Además, al propietario no le llega la ganancia de un producto muy valorado”, añade Cano. Lo certifica Borroso, que considera que el “problema básico” del sector y que explicaría por qué el bosque no es más aprovechado es el precio que se paga por la materia prima producida. El que este año paga un cliente por una tonelada de leña ha aumentado, de media, unos 30 euros, pero este incremento –dice Borroso– no ha repercutido sobre el propietario forestal. “Se lo llevan los intermediarios”, explica.

La Generalitat es consciente de todos estos “cuellos de botella” que ahogan el sector y voz imprescindible incentivar la gestión forestal. También teniendo en cuenta la situación de emergencia climática como el actual, de elevado riesgo de incendios y la demanda de madera más grande a raíz de la situación económica mundial. “Hay que incentivar y colaborar con la propiedad privada con ayudas para que su trabajo sea rentable y viable”, explica Anna Sanitjas, directora general de Ecosistemas Forestales y Gestión del Medio. El Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural ha destinado este año un total de 13,5 millones de euros a ayudas de gestión forestal sostenibles, de los cuales cuatro millones son subvenciones para modernizar la maquinaria. Entre este año y el 2024, el departamento habrá invertido 12 millones de euros en ayudas destinadas a este concepto.

Sanitjas añade que durante esta legislatura se trabaja para “simplificar y agilizar trámites”, fomentar el asociacionismo forestal que permite a propietarios pequeños unirse para hacer planes de mejora conjuntos o pedir subvenciones, fomentar la formación y revalorizar la industria de la madera, que dice que en Cataluña tradicionalmente ha estado muy vinculada a productos de bajo valor añadido.

Si vols saber-ne més pots entrar a l'enllaç de la notícia de la Vanguardia!