El nuevo estudio del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña

15 mayo 2023
Procesionaria: Un peligro para los árboles y para nuestros animales
11/04/2023
Bosc de Catalunya amb gestio forestal
El primer transistor de madera que conduce la electricidad
22/05/2023

Conocer la respuesta de los bosques al estrés hídrico para mejorar la gestión forestal. Con este objetivo, la investigadora del grupo de Bosques y Agua del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña (CTFC) Paula Martín Gómez ha liderado un estudio que analiza las diferentes estrategias de captación y almacenamiento de agua en pino rojo y roble de hoja pequeña, para valorar el impacto de los efectos del cambio climático en los bosques.

La autora del estudio pone de manifiesto que los episodios de sequía se producirán con más frecuencia e intensidad en las próximas décadas. En este sentido, señala que "la medida en que afectará en el funcionamiento de los bosques dependerá de las respuestas específicas de cada especie ante la falta de agua, que pueden ser muy diferentes en función de la distribución geográfica de los bosques, de las reservas de agua en el subsuelo o de la regularidad de las precipitaciones".

"Las especies han desarrollado estrategias diferentes para hacer frente a periodos de escasez de lluvias"

Con el objetivo de analizar las diferentes estrategias de ahorro de agua en respuesta a la sequía, el equipo de investigación liderado por Martín llevó a cabo un experimento con dos especies con estrategias fisiológicas contrastadas, como son el pino rojo y el roble portugués. Durante el proceso, los investigadores sometieron a dos ciclos de sequía varios árboles en tiestos de cada especie por después regarlos con agua y motorizar los cambios de su comportamiento fisiológico.

Los resultados del estudio muestran que estas especies han desarrollado estrategias diferentes para hacer frente a periodos de escasez de lluvias. Por un lado, Martín explica que el pino rojo tiene un gran control sobre sus estomas, que se cierran rápidamente al detectar la carencia de agua y se vuelven a abrir una vez las condiciones hídricas se han restablecido. "Se trata de una especie con un comportamiento ahorrador que le permite protegerse de la cavitación (colapso de los vasos conductores) y evitar la desecación de hojas, ramas y tronco", indica. Asociado a este comportamiento, destaca que el pino desarrolla unas raíces más superficiales que le permiten aprovechar la intermitencia de las precipitaciones.

Por otro lado, los robles presentan "una estrategia mucho más derrochadora con bajo control sobre sus estomas, que se mantienen abiertos durante los periodos más largos de sequía, haciéndolos más sensibles a la cavitación y deshidratación de los tejidos", subraya. Una vez afectados por la sequía los cuesta más recuperarse y es por eso que, tal como señala Martín, desarrollan un sistema de raíces más profundo que garantice fuentes de agua más establos.

La investigadora subraya que, en este caso, "no existe una especie más resistente en la sequía que la otra, teniendo en cuenta que su adaptación será más o menos favorable en función del régimen de precipitaciones o de las reservas de agua en el subsuelo". De esta forma, concluye que "conocer en profundidad el comportamiento de las diferentes especies permite desarrollar mejores propuestas de gestión forestal para hacer frente a los cambios climáticos del futuro".

Si quieres leer más información sobre la noticia y la investigación puedes entrar a la página web de regió7.